Aunque ya hemos hablado de algunos, existe una gran lista de refranes que usamos a menudo, pero en muchas ocasiones no somos conscientes de ello. Estos dichos populares están tan integrados en nuestro vocabulario que se adaptan a las costumbres de cada lugar y son perfectos para compartir un pensamiento, un consejo o una enseñanza.
Aprovechando que el pasado Lunes de Aguas fue el “Día de la Mona”, un dulce típico en Catalunya, Comunidad Valenciana y Murcia, que nada tiene que ver con el animal que conocemos y que por tradición los padrinos le regalan a sus ahijados y ahijadas, me ha parecido gracioso conocer el origen del refrán “Aunque la mona se vista de seda, mona se queda”
Esta expresión la usamos para asegurar que, aunque lo queramos ocultar, tarde o temprano, acaba saliendo a la luz la naturaleza de cada persona. Aunque su origen es incierto, podría proceder de una fábula de Esopo, un fabulista de la Antigua Grecia que vivió entre el final del siglo VII a. C. y el principio del siglo VI a. C.
La fábula narra la historia de un faraón egipcio que quería ver a un grupo de monas bailando. Las monas salieron espléndidas al escenario con maravillosos vestidos de seda, listas y decididas para representar aquel baile que habían aprendido. Fue así por un instante. Sin embargo, uno de los presentes lanzó unas nueces al escenario y las monas dejaron de seguir el número de baile por acudir a por ellas.
Efectivamente, aunque las monas hubiesen aprendido el baile a la perfección para mostrárselo al faraón, su naturaleza no es mantenerse inmóviles a cualquier estímulo que proceda del exterior.
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Escrito por: Eli G.
Treinta y seis y subiendo 