PRÓLOGO I Poco después llegué al trabajo. Aquel relax que sentía al escuchar al locutor de radio, se disipó por completo. Nada más entrar al despacho mi mundo pasó de ser color azul cielo a negro azabache. Los compañeros corrían de un lado a otro enganchados a sus teléfonos móviles y con cara de no… Sigue leyendo Treinta y seis y subiendo…